Las variedades de olivoque cultivamos son la Picual (11.000 ejemplares) y la Cornicabra (5.000 unidades).
Nuestro objetivo es el de compatibilizar el respeto a las tradiciones y al medio ambiente privilegiado en el que trabajamos con las modernas técnicas de tratamiento agrícola.
Así, la mayor parte de los trabajos se realizan de forma manual por parte de nuestros expertos trabajadores y suplementamos con mesura el agua que naturalmente riega el olivar para conseguir una óptima recolección en los meses de octubre y noviembre. Al tratarse de un olivar joven, pues tiene menos de diez años, aplicamos la protección imprescindible a los olivos para evitar su deterioro.
Finca La Trastada está en el municipio de Garvín de la Jara (Cáceres) al pie de la carretera EX387 que comunica Bohonal de Ibor con Puente del Arzobispo. Se ubica, por tanto, dentro del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, enclave singular por su belleza que comprende 19 municipios y que está bajo el patrocinio y la protección de la UNESCO.
En el territorio del Geoparque hay una larga tradición de cultivo del olivo y de producción del aceite tal y como se recoge en los textos conservados por los monjes del monasterio de Guadalupe, emblema de toda la comarca.
Finca La Trastada tiene 75 hectáreas de las que 50 se dedican al cultivo del olivo y el resto a dehesa y encinar.
Con igual calidad, procedente de los mismos olivos, el aceite Marqués de Torreblanca representa la apuesta de El Olivar de San José por mejorar la presentación de nuestros productos utilizando envases de diseño atractivo y sencillo reciclaje.
Sus formatos de cuarto y medio litro junto con el de tres litros están dirigidos al consumidor individual que aprecia la calidad.
Es un aceite de excelente calidad certificada cuyo envase de gran formato lo hace muy recomendable para quienes lo consumen en grandes cantidades como, por ejemplo, los restauradores.
Los formatos más pequeños, de medio litro, se destinan al canal HoReCa.
Los trabajos comienzan a principios del año con la poda de los olivos para eliminar las ramas mas bajas y aclarar sus copas de tal manera que se facilite la entrada de la luz.
Es una tarea muy delicada y que se realiza de modo manual. Los restos de la poda se trituran y sirven de abono natural en las calles del olivar.
A continuación, se revisa el sistema de riego y los goteros para reparar o sustituir los tramos que así lo requieren.
En marzo, iniciamos el control de plagas para evaluar las afecciones que amenazan a nuestros jóvenes, y por ello frágiles, olivos y determinar con precisión qué acciones, siempre usando medios sostenibles y respetuosos con el entorno, hay que implementar en su defensa.
Al tiempo, se realiza el desbroce de las líneas de los árboles para evitar la competencia de las hierbas en la zona de riego.
Esta labor se hace manualmente y los restos se dejan en las calles para regenerar los suelos.
A finales de mayo, la climatología suele demandar la aportación de riegos y el suministro de fertilizantes por la misma vía.
Los técnicos de la empresa cuantifican y priorizan estos tratamientos con base en los resultados de los análisis que se realizan para identificar las amenazas y debilidades que tiene el olivar.
Durante todo el estío se monitoriza el comportamiento de los olivos y su desarrollo adoptando las medidas correctoras que se determinen.
En el momento que el fruto presenta una madurez adecuada, lo que suele ocurrir a finales de octubre, se inicia la recolección de los olivos de la variedad picual.
Todos los días, siempre que la climatología lo permite, se recorren las líneas de la plantación y se recogen las aceitunas en un proceso que, mecanizado en lo imprescindible, mantiene las prácticas seculares y respeta al máximo la integridad de los olivos.
Al fin del día, las aceitunas recogidas se transportan a la vecina y moderna almazara Valdelagar donde son molturadas y su producto, un magnifico aceite, queda recogido en vistosas cubas de acero inoxidable para su decantación y posterior envasado.
